Último relato

LA TRINCHERA

Querida y amada Madre,

Hoy es el quinto día desde que nos hicieron entrar en esta trinchera desde la que le escribo. Hoy es un día un poco mas frío que los días anteriores, y por más que lo intento, no puedo entrar en calor, creo que el frío y la niebla que nos rodea han calado mis huesos y que será imposible que salga ya de ellos.

Llevo casi dos meses desde que me enrole voluntario y de los seis camaradas que junto conmigo entraron en esta maldita guerra, solo quedamos Jean Pierre y yo, y se que él aún sigue vivo como yo, porque el otro día me habló de él un soldado que esta en la misma trinchera que yo. Jesús; Pedro el brujo; Antonio y Alexis murieron por un ataque sorpresa de una emboscada que sufrimos cuando estábamos juntos a los pocos días de empezar esta desgraciada aventura. Aún tengo metida en mi cabeza la última voz que me dio el brujo, avisándome del ruido y para que no entrara en la maldita casa en la que se refugiaron, y sobre todo aún tengo en mi retina la imagen de los cascotes de los ladrillos saltando en mil pedazos en el momento en el que la bomba impactó justo en la habitación en la que se habían escondido huyendo de esa misma bomba asesina. Madre, les echo mucho de menos, echo de menos a Padre, al hermano y a los primos allá en el pueblo. Echo de menos la rutina de los quehaceres en la granja, en el huerto y en el palomar cuando éramos niños mi hermano y yo. No puedo olvidar los enfados de Padre cuando el hermano y yo nos escondíamos detrás del palomar por no haber hecho las tareas que nos había ordenado.

Recuerdo que los inviernos eran muy fríos y los veranos muy cálidos, eran temperaturas extremas pero nada comparadas con las que se siente en este invierno alejado del pueblo, que estamos sufriendo tan lejos de casa. Creó que morirá mas gente por este condenado frío que por las balas que nos silban la cabeza cada vez que nos pasan por encima, amenazadoras con nuestros nombres escritos, y que nos encogen más si cabe el corazón.

Me viene también a la memoria, cada vez que nos dan el rancho, los guisos que nos hacia usted, sobre todo cuando era festivo, con muchos tropezones de carne o pescado, que nos llenaban el estomago por muchas horas, pero sobre todo recuerdo el olor que desprendían las cazuelas cuando íbamos a robarle un coscurro de pan y cuando usted nos regañaba por eso, con su voz queda, aunque más que una regañina era una simple reprimenda que venia acompañada de una de sus habituales sonrisas.

Me viene también al pensamiento y sobre todo rememoró como le dije antes, el aroma de esos pucheros, el aroma de las lentejas con verduras y chorizo, ese potaje los viernes de cuaresma y de postre las maravillosas torrijas. Recuerdo también las matanzas en el pueblo, aunque mas que las matanzas que yo no podía ni ver por el miedo que me daban, recuerdo como rellenaban los chorizos y las morcillas, así como los adobos con los que tanto usted como las demás mujeres del pueblo preparaban las despensas para los largos inviernos. Todo ello me viene a la cabeza en la única comida que podemos hacer aquí abajo, cuando nos pasan la escudilla con el

caldo aguado y con un único trozo de pan reseco que aun se conserva como alimentos.

Esos recuerdos me vuelven a llenar el estomago cada vez que cómo la esa sencilla comida.

En este lóbrego y sucio lugar, aún a pesar de todo, me han salvado la vida por el momento los recuerdos que le he comentado y los recuerdos que tengo también de la escuela, cuando daba las clases a los pequeños de nuestro pueblo, y a los vecinos de los pueblos cercanos al nuestro. Amaba ese trabajo Madre, porque amó la escuela y sobre todo amó enseñar y lo que la gente aprende con lo que yo le enseño. Aquí, desde que llevo en esta maldita guerra, me llaman “el ilustrado” porque ademas de que conocen mi profesión, siempre me ven con el zurrón que me regaló Padre cuando esquile a mi primera oveja, con los libros que he podido conservar, y que vuelvo a releer una y otra vez.

Aunque he conocido a muchos compañeros, es muy complicado hacer amistades o algo parecido a la amistad, porque no podemos permitirnos el lujo de encariñarnos de ese amigo, cuando todos los días aparece alguien muerto, y quien sabe si ese muerto o el siguiente será tu nuevo amigo, o incluso con el que compartiste uno de los últimos pitillos que aún nos quedan.

Hoy les escribo por que hoy es el día que me toca salir de la trinchera a por agua y víveres, y desgraciadamente quizás no vuelva jamás, ya que los anteriores que salieron o bien no han vuelto o bien han vuelto malheridos, y no han logrado sobrevivir a sus heridas. Se que pensará que lo que le estoy diciendo es muy

duro Madre, pero es que no le quiero mentir a usted, no quiere que usted piense que fui un cobarde o que no cumplí con mi deber. Madre se que me perdonará que no le haya escrito más a menudo, pero he encontrado una utilidad a mis conocimientos, y siento que al menos el tiempo que paso aquí, puedo servir de mucha ayuda, ya que ayudo a mis compañeros de fatigas a redactar las cartas que enviarán a sus familiares, al ser muchos de ellos analfabetos y no saber ni escribir lo que quieren decirles. Aprovechan mi bonita letra para que pueda redactarles las cartas que ellos me dictan, que enviarán a sus padres, novias, mujeres, hijos, y todos sus seres queridos con sus noticias. No dude madre que aprovecho para cambiar lo que ellos dicen por unas frases un poco mas amables, ya que la mayoría de las cosas que me dictan les causaría un mal mucho mayor casi que no recibir noticias de ellos, aunque respecto lo que ellos me relatan y lo relato de otro modo. Espero que me perdonen por tomarme la osadía de cambiar sus palabras por las mías, y que en algún momento de su vida y allá donde estén disculpen que modificara sus relatos.

Madre, me estoy quedando sin papel, por lo que quiero aprovechar esta carta, para despedirme de usted y de toda la familia. Madre seguro que cuando lea esta ultima frase estará usted llorando, pero por favor no lo haga, piense que lo que su hijo esta haciendo o al menos ha intentado hacer, es para que ustedes vivan en un mundo mejor, piense que quizás ayude a cambiar este despreciable mundo, y con esta maldita guerra que nos ha llevado a muchos a abandonar nuestra pacifica vida.

De usted recuerdos a Padre y al hermano, y sobre todo no olvide a su hijo, y no olvide que su hijo ni dude que allá donde este, la recordara y la llevara siempre consigo. Recuérdeme como yo la recordare a usted, con la mejor de sus sonrisas.

Con mis mejores deseos, se despide en este lugar desconocido y en esta fecha indeterminada, su querido hijo.